El regreso de Trump marca el fin del orden liberal: Estados Unidos entra en una nueva era política

La vuelta de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos no solo representa una victoria electoral, sino un punto de inflexión en la historia contemporánea del país. Su regreso simboliza el fin del orden liberal posterior a la Guerra Fría y el inicio de un nuevo paradigma político, marcado por la polarización, el populismo y la incertidumbre global.
Durante su primer mandato, Trump fue visto por muchos como una anomalía. Careció de mayoría popular, enfrentó fuerte oposición interna y fue considerado un presidente de transición. Sin embargo, su retorno al poder demuestra que su influencia no fue accidental, sino el reflejo de un cambio estructural en la política estadounidense.
La derrota de Kamala Harris, pese a su mensaje de “¡No vamos a regresar!”, confirma que la era de estabilidad liberal ya no define el rumbo del país. La pandemia, la guerra en Ucrania, el auge de las redes sociales como fuentes de información y la erosión de la confianza en las instituciones tradicionales han transformado el escenario.
Hoy, conceptos como democracia y liberalismo están en disputa. La sociedad estadounidense vive un realineamiento ideológico, con una izquierda radicalizada en la academia y una derecha populista que domina el discurso en línea. El centro político, que por décadas marcó el consenso, ha sido desplazado por narrativas más extremas.
A nivel global, Estados Unidos enfrenta un entorno multipolar, con rivales como China y Rusia consolidando bloques económicos alternativos. El liderazgo estadounidense ya no es incuestionable y el orden internacional liberal da paso a una era de conflictos regionales y tensiones persistentes.
El regreso de Trump es más que una presidencia; es la confirmación de que Estados Unidos ha entrado en una nueva era política e histórica, donde las reglas del pasado ya no aplican.